viernes, 10 de diciembre de 2010

Amigos del Facebook que no son personas

El otro día recibí una solicitud de amistad de Facebook. La abrí con ilusión, deseando que fuera un buen amigo de la infancia o un antiguo enemigo deteriorado por el paso de los años (a saber: más panza, acné, calvicie, etc.). Pero no; se trataba de una fábrica de quesos.

No es la primera vez que una cosa, lugar o servicio me intenta agregar como amiga en la red social. A mí me resulta un poco raro, pues para eso ya existen los grupos de fans y las páginas sobre cosas. Pero hay una explicación. Según parece, se ha puesto de moda “personalizar” los productos y/o marcas para lograr que estos sean percibidos como más próximos por el consumidor, creando así un vínculo emocional que conduzca a la compra.

Pongamos un ejemplo. Hay un coche aparcado en la calle con un cartel que dice “Me venden”. Automáticamente, te miras el coche con otros ojos. Incluso yo, que no tengo ni carné, simpatizo con el auto. “¡Pobrecito! ¡No lo quieren!”. Y si tengo un día especialmente melancólico, añado: “¡Y está aquí en la calle, pasando frío!”. Hasta que al cabo de un rato recapacito y me doy cuenta: “¡Pero si sólo era una carraca!”.

Mucho cuidado con este tema, ya que puede llegar a ser extremadamente peligroso. Yo una vez me encariñé de un palo de helado y le puse Magnum (en efecto, no tenía ganas de pensar). Estuve toda la tarde jugando con él y nos hicimos amigos. Le dibujé una cara con rotulador y le conté todos mis secretos. Quizás vosotros penséis “¡Pero si sólo era un palo de madera!”.Y es verdad, eso no os lo podré negar. Pero para mí tenía un valor simbólico; lo había personalizado.

El caso es que mi madre lo encontró por la noche y lo tiró. DRAMA. Magnum, que también podría servir como nombre de investigador privado o de perro, desaparecía de mi vida. Era un puto palo, sí, pero qué palo. Los tenía bien puestos y ni siquiera gritó cuando lo echaron a la basura.

En fin, espero que la próxima solicitud de amistad que reciba sea por parte de una persona o, en su defecto, de Magnum. Querido palo mío, allá donde estés, que sepas que te sigo queriendo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario