jueves, 30 de diciembre de 2010

Sueños artísticos

Hace unos pocos días, en clase, estuvimos hablando de los sueños y de cómo éstos contribuyen al desarrollo de la creatividad. Según parece, Dalí solía echarse siestas con una cuchara en la mano. Así, cuando empezaba a entrar en un estado de sueño profundo, la cuchara se le caía y se despertaba. Eso le permitía recordar lo que había estado soñando y anotarlo, para después poder utilizarlo como inspiración para sus obras.

Pues bien, el otro día lo probé. No con una cuchara, pero con un bolígrafo. Y una libreta al lado, para anotar lo que me fuera viniendo. Hoy he cogido la libreta y he releído lo que escribí. Lo reproduzco literalmente a continuación:

"Chico que se piensa que es un zombie y no lo es.

Genial, dos gilipollas.

¿Esos calzoncillos te vas a llevar? Claro, no hay que perder el estilo. ¿Y los tuyos? Puestos.

Cogen un zombie para experimentar con él y le dan vueltas y se ríen. El zombie también se ríe.

Carrera de coches retro. ¿De dónde eres? De España. Una chica va con esquís por las vías de un tren.

Un perro invertido.

Va viendo a su amado en diferentes sitios. Lo atropella sin querer. Luego lo ve posando en una clase de arte.

Ballet inventado y morse ruso.”


Bien. Frente a semejante recopilatorio me planteo las siguientes dudas:

1. ¿Soy mega-creativa o una psicópata?
2. ¿Realmente esto sirve de algo?
3. ¿Qué cojones es un perro invertido?
4. ¿Se puede practicar ballet al son del código morse? Es más, ¿puede el ballet ruso inventarse un nuevo código morse?

En fin…quizás no sirva para nada, pero jugar a ser artista MOLA.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Amigos del Facebook que no son personas

El otro día recibí una solicitud de amistad de Facebook. La abrí con ilusión, deseando que fuera un buen amigo de la infancia o un antiguo enemigo deteriorado por el paso de los años (a saber: más panza, acné, calvicie, etc.). Pero no; se trataba de una fábrica de quesos.

No es la primera vez que una cosa, lugar o servicio me intenta agregar como amiga en la red social. A mí me resulta un poco raro, pues para eso ya existen los grupos de fans y las páginas sobre cosas. Pero hay una explicación. Según parece, se ha puesto de moda “personalizar” los productos y/o marcas para lograr que estos sean percibidos como más próximos por el consumidor, creando así un vínculo emocional que conduzca a la compra.

Pongamos un ejemplo. Hay un coche aparcado en la calle con un cartel que dice “Me venden”. Automáticamente, te miras el coche con otros ojos. Incluso yo, que no tengo ni carné, simpatizo con el auto. “¡Pobrecito! ¡No lo quieren!”. Y si tengo un día especialmente melancólico, añado: “¡Y está aquí en la calle, pasando frío!”. Hasta que al cabo de un rato recapacito y me doy cuenta: “¡Pero si sólo era una carraca!”.

Mucho cuidado con este tema, ya que puede llegar a ser extremadamente peligroso. Yo una vez me encariñé de un palo de helado y le puse Magnum (en efecto, no tenía ganas de pensar). Estuve toda la tarde jugando con él y nos hicimos amigos. Le dibujé una cara con rotulador y le conté todos mis secretos. Quizás vosotros penséis “¡Pero si sólo era un palo de madera!”.Y es verdad, eso no os lo podré negar. Pero para mí tenía un valor simbólico; lo había personalizado.

El caso es que mi madre lo encontró por la noche y lo tiró. DRAMA. Magnum, que también podría servir como nombre de investigador privado o de perro, desaparecía de mi vida. Era un puto palo, sí, pero qué palo. Los tenía bien puestos y ni siquiera gritó cuando lo echaron a la basura.

En fin, espero que la próxima solicitud de amistad que reciba sea por parte de una persona o, en su defecto, de Magnum. Querido palo mío, allá donde estés, que sepas que te sigo queriendo...